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domingo, 2 de marzo de 2014

EL CINCO DE MARZO: ZARAGOZA SIEMPRE HEROICA

Ferrer Dalmau. El último beso
En la madrugada del 4 al 5 de marzo de 1838, tres mil infantes y trescientos efectivos de caballería, entraron con el mayor sigilo en Zaragoza y ocuparon diversas posiciones estratégicas. Era una facción carlista comandada por el general Cabañero. Las tropas insurgentes procedían de Morella, donde Ramón Cabrera, apodado el tigre del Maestrazgo, dominaba el frente levantino. Tras tomar Belchite, se dirigieron a la capital aragonesa amparados en las sombras de la noche.

Zaragoza era durante la regencia de María Cristina de Nápoles una plaza clave de la España liberal. Los carlistas estaban apoyados por el general francés Epinard, y contaban con la complicidad de algunos conjurados del interior de la ciudad. Tal como relata José Miguel Delgado, ante el estrépito de los facciosos, los nacionales de la guardia del principal dieron la voz de alarma. Las campanas de Santa Engracia fueron las primeras en tocar a rebato, y muy pronto se unieron a ellas las del resto de las parroquias. La población civil zaragozana se preparó para su propia defensa. El pueblo de Zaragoza al grito de ¡Libertad! Se echó a la calle, y combatió a los asaltantes.

El general cabrera
La regente María Cristina
Ferrer Dalmau. Mujeres de Zaragoza
La reacción anticarlista fue fulminante. En aquella jornada memorable, los intrusos se vieron obligados a huir en desbandada, dejando 191 muertos y más de 800 prisioneros. Por parte de los ciudadanos sólo se produjeron 7 bajas. Papel sobresaliente en la defensa desempeñaron las mujeres. En efecto, las herederas de Agustina de Aragón, de Casta Álvarez, de Manuela Sancho, de la condesa de Bureta, de la duquesa de Villahermosa… las hijas y nietas de aquellas heroínas de los sitios, treinta años más tarde volvieron a firmar una página imborrable de nuestra Historia, con cuchillos, piedras, palos, y hasta con las manos desnudas. El pueblo celebró la victoria la misma tarde del 5 de marzo en la arboleda de la ribera del Ebro frente al Pilar, que ahora se llama de Macanaz. Allí se guisaron y merendaron algunos de los caballos tomados al enemigo. Esteller, el general gobernador, fue juzgado por traición y ejecutado ante la fundada sospecha de haber facilitado la entrada a los carlistas.

El 5 de marzo en Zaragoza. Grabado con la torre nueva al fondo

La ciudad recibió de la reina regente el título de “siempre heroica”, que añadió en su escudo a los que ya poseía. La muy noble, muy leal, muy heroica, muy benéfica, siempre heroica e inmortal ciudad de Zaragoza, conmemora cada 5 de marzo aquella gesta sin parangón de la que todos los zaragozanos y aragoneses debemos sentirnos orgullosos. Sépalo pues el mundo entero, y sepan los enemigos de la libertad que Zaragoza no se rinde jamás.

De muchacho no permití que mis maestros interfirieran en mi educación. Mark Twain.



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