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miércoles, 7 de octubre de 2015

HASTA EL INFINITO Y MÁS ALLÁ

Hasta el infinito y más allá. Esta era la frase que repetía como un mantra Buzz Lightyear, el simpático protagonista de Toy Story. Pero, ¿sabemos realmente dónde está el infinito? Los antiguos astrónomos y los modernos cosmólogos se han preguntado siempre dónde termina el universo. No parece verdaderamente una cuestión fácil de resolver. ¿Dónde está la estrella o el objeto más lejano? Para intentar responder a este enigma de forma experimental, recientemente el telescopio espacial Hubble fue programado para llevar a término lo que podría calificarse como una misión histórica: fotografiar el punto más lejano del universo. La tarea no era sencilla. El telescopio tuvo que enfocar un punto preciso del cielo, cerca de la constelación de Orión, durante varios centenares de horas. Este trabajo titánico requirió que el telescopio estuviera perfectamente alineado durante nada menos que cuatrocientas órbitas terrestres. El proceso se prolongó durante cuatro largos meses.


Y el resultado no pudo ser más asombroso. La fotografía, hecha pública en 2004, fue portada en los principales diarios del mundo. Mostraba nada menos que diez mil galaxias recién nacidas que se estaban condensando a partir del caótico estallido del big Bang. Este revoltijo de galaxias se encontraba a más de 13.000 millones de años luz de la Tierra. Considerando que la edad atribuida al universo con bastante precisión se cifra alrededor de los 13.700 millones de años, puede afirmarse que esas galaxias se formaron sólo unos cientos de millones de años después de la creación. Es como contemplar el principio. Hubble nos proporciona la imagen más cercana al big Bang que la tecnología actual nos permite obtener.


La pregunta inmediata es ¿qué hay más allá de la galaxia más lejana? En la fotografía del Hubble sólo se aprecia una profunda oscuridad. El límite final de la luz de las estrellas más lejanas. Precisamente esa oscuridad es la que hace que el cielo nocturno sea negro. ¿Es que no hay nada en esa profunda negrura? Naturalmente hay algo: la oscuridad es en realidad la radiación de fondo de microondas. Aquí está la luminosa respuesta. Contra lo que perciben nuestros limitados sentidos, el cielo nocturno no es negro en absoluto. Está inundado de la radiación de microondas que originó el propio big Bang. Ocurre que nuestros ojos sólo son capaces de percibir la radiación visible. Si pudiéramos apreciar la radiación de microondas, veríamos cómo la radiación del big Bang inunda literalmente el cielo nocturno. Una luz más allá de la luz. Veríamos que más allá de la estrella más lejana, está la creación, el origen de toda la materia que nos rodea y de la que nosotros mismos estamos hechos. El viejo profe Bigotini se ha puesto gafas de sol, cegado por la infinita luminosidad del universo.

Uno no sabe física si no es capaz de explicársela a su abuela. Albert Einstein.



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