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lunes, 27 de junio de 2016

PAULETTE GODDARD Y EL ARTE DE LA SEDUCCIÓN



¿Puede una neoyorquina de Long Island hacerse pasar por francesa? Paulette Goddard lo consiguió cambiándose el nombre e imitando un poco el acento. Con eso y su aire de pícara inocencia, conquistó a los espectadores y a cualquier hombre que se puso a tiro. Sedujo a actores, productores, millonarios... Sedujo a Charles Chaplin, aunque bien mirado, aquello no tuvo demasiado mérito.
El caso es que esta coleccionista de amantes también sabía actuar. Y lo hacía de un modo muy personal. Lo primero que cualquier director prohibe a los actores es que miren a la cámara. Sin embargo, Paulette miraba a la cámara de un modo tan irresistible, que todos acababan suplicándole: mira el objetivo. En casi todas sus películas hay uno o varios primeros planos de la mirada de la Goddard. El gran Cecil B. DeMille le tenía bien tomado el pulso al público americano. Decía a menudo que le movían dos únicos resortes: dinero y sexo. Como no podía ofrecerles dinero, les daba todo el sexo que permitía la censura por el precio de una entrada. Para eso Paulette Goddard le sirvió de maravilla. En Los inconquistables, una producción de 1947, la estrella estuvo tan arrebatadora que en las semanas posteriores a su estreno, los estudios Universal recibieron decenas de miles de cartas de amor.
Deben quedar ya muy pocos de aquellos admiradores, pero podéis estar seguros de que el viejo Bigotini es uno de ellos. Os proponemos visionar un breve montaje fotográfico de Paulette Goddard. Haced clic en la ilustración y recrearos durante unos minutos.


Próxima entrega: Robert Montgomery

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