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martes, 7 de noviembre de 2017

¡VIVE! CRÓNICA PARLAMENTARIA (Y CANÍBAL)


De nuestra redacción. Gran revuelo causó en todos los medios internacionales la noticia del hallazgo con vida en los Andes chilenos del único superviviente de la delegación del Congreso de los Diputados español, cuyo avión se estrelló en la cordillera cuando viajaba a Santiago para asistir a los actos del bicentenario de la Independencia del país andino. El blog de Bigotini ha tenido acceso en exclusiva a la grabación de las primeras declaraciones del citado superviviente, el diputado de la mayoría, señor Muñoz-Bonprofit. Pasamos a reproducirlas íntegramente:

<<Cuando el comandante informó de la grave avería en los motores, la tripulación nos ubicó a los pasajeros en los asientos de la parte posterior, por ser la cola el lugar donde existe menor riesgo en caso de accidente. Eso nos salvó la vida, pues al intentar el aterrizaje forzoso, el aparato se partió en dos, muriendo en el acto los pilotos y las azafatas que ocuparon la cabina y la parte delantera, mientras que todos nosotros resultamos milagrosamente ilesos, salvo algún rasguño y golpes de poca importancia. Al salir al exterior vimos arder durante varias horas la mitad delantera del avión que fue a parar a una agreste ladera distante un par de kilómetros de nuestra posición. Por unanimidad decidimos no arriesgar nuestras vidas intentando acercarnos allá.

>>Evaluamos la situación. Éramos veinte y todos estábamos bien. Por suerte febrero es el verano austral y de día no hacía frío. Las noches eran más frescas, pero teníamos ropa suficiente y hasta algunas mantas. Un riachuelo cercano nos aseguraba el suministro de agua. Sólo nos faltaba comida..., y claro, ahí estaba el problema. Los dos primeros días transcurrieron sin novedad, pero el tercero el hambre hizo su aparición, y se notó en que todos andábamos de mal humor. Aunque nadie dijo nada, en el ambiente se palpaba que todos pensábamos en el tema tabú que puede suponerse. El quinto día Álvarez, el portavoz de la oposición, ya no pudo más y planteó abiertamente el canibalismo que todos sabíamos fatalmente inevitable. Les recuerdo la composición del grupo. Éramos seis representantes de la mayoría, cinco de la oposición, cuatro del grupo afecto a la mayoría, tres de la izquierda radical y dos del grupo mixto.


>>Álvarez propuso a López Esquivel, de nuestro grupo, como primer desayuno por ser el diputado de más edad. Naturalmente, nosotros nos opusimos. Seis de la mayoría más cuatro del grupo afecto sumábamos diez, contra los diez de la oposición, los radicales y el grupo mixto. Aquel empate parecía un embrollo de difícil solución, y ya pensábamos que íbamos a morir de hambre, cuando el ingenioso Riera, del grupo afecto, tuvo la genial idea de proponer al estrafalario Pepe Girón, de los independientes alcarreños, que formaba parte del grupo mixto. Como nadie tenía la menor simpatía al pobre Girón, se aprobó el desayuno por unanimidad. Estaba flaco y fibroso, así que repartido entre los diecinueve, resultó un desayuno más bien frugal, pero debo admitir que no tenía tan mal sabor como su aspecto amenazaba.

>>Aquella primera baza fue la perdición de las minorías. A partir de ahí éramos diez contra nueve, y luego lo fuimos contra ocho, contra siete..., en fin, aunque me avergüence un poco reconocerlo, pasamos el rodillo a placer. El siguiente en caer (estaba cantado) fue el propio Álvarez, uno de los bocados más indigestos que recuerdo. Siguieron luego los tres representantes de la izquierda radical, pues el resto de la oposición y la señorita Ortí, catalana del grupo mixto, votaron con nosotros. Fue cayendo más tarde la oposición en bloque. Recuerdo como especialmente sabrosos a Regueira y a la señora Marín Medrano. Hubo un breve periodo de tensión cuando quedamos once, los diez del rodillo y la señorita Ortí. Lo natural es que ella hubiese sido la siguiente, pero el caso es que aquella mujer tenía no sé qué que nos seducía a todos, así que se incorporó al rodillo de la mayoría, y acabamos uno por uno con los cuatro diputados del grupo afecto. Me dio especial pena comerme a Riera, que en todas las maniobras anteriores había sido nuestro principal apoyo, pero bueno, la lealtad es lo primero, así que Riera hizo una cena bastante opípara.

>>Quedábamos sólo siete, nosotros seis y la Ortí. Intentó librarse de mil maneras, incluidas algunas no aptas para menores (disfrazada de azafata estaba irresistible), pero en definitiva, el partido es el partido, y la sacrificamos en aras de la armonía partidaria. ¡Hay que ver qué buena estaba! Y no sólo de viva, claro está. No exagero si aseguro que es el bocado más exquisito que he probado en toda mi vida. Y además abundante. Cómo ya éramos nada más que seis comensales, me tocó un muslo y media nalga. A mí nunca me han gustado las delgaduchas. La Ortí era una de esas hembras rotundas, como las bellezas del cine italiano de los cincuenta. Sencillamente deliciosa.

>>Consumida la totalidad de la oposición, quedamos los seis miembros de la mayoría. Podría pensarse que entre compañeros hay más consideración. Bien al contrario. Debo confesar que a Barrenechea le teníamos todos unas ganas tremendas, y la verdad, resultó un bocado digno de príncipes, sin llegar a la exquisitez de la Ortí, claro. Martínez Montañés estaba un poco insípido y López Esquivel demasiado duro. Al querido González y a Luisito Salamanca los devoré con auténtico placer, porque siempre fueron mis más leales aliados. Y llegó el día en que quedé yo solo. Me he pasado así casi una semana, proponiéndome sucesivamente como desayuno, almuerzo y cena, y rechazando yo mismo la moción una y otra vez. A punto he estado de volverme loco. Menos mal que los servicios de emergencia chilenos terminaron de llegar hasta allí. Ahora estoy tan gordo que han necesitado llamar a un segundo helicóptero más potente para poder trasladarme. En el hospital me tratan a cuerpo de rey, y hay una enfermera preciosa que me tiene suspirando por sus huesos. >>

Una buena novela nos hace conocer a fondo a su protagonista. Una mala nos hace conocer a su autor. G.K. Chesterton.



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