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sábado, 12 de mayo de 2018

BERTOLT BRECHT Y LA REVOLUCIÓN ESCÉNICA



Eugen Berthold Friedrich Brecht, más conocido simplemente como Bertolt Brecht, nació en 1898 en la localidad bávara de Augsburgo. Hijo de una familia burguesa, el joven Bertolt manifestó casi desde su infancia un carácter rebelde y poco convencional. Diríamos que fue un friki de su tiempo. Sus problemas con la autoridad establecida comenzaron ya en la misma escuela. En aquellos años la enseñanza alemana se caracterizaba por una férrea disciplina castrense. Tuvo el atrevimiento de escribir un breve ensayo mofándose del poeta latino Horacio y su loa a quienes mueren por la patria. El joven Brecht calificó el opúsculo de propaganda para idiotas, por lo que estuvo a punto de ser expulsado de la escuela.
Ingresó a los diecinueve años en la facultad de medicina de la Universidad de Munich, pero interrumpió sus estudios al ser llamado a filas durante la Gran Guerra.

Conoció en ese tiempo a Paula Banholzer, su primer amor, con la que tuvo un hijo. Poco más tarde, en 1922 se casó con la actriz y cantante Marianne Zoff. En 1923 tuvieron una hija, pero poco después entabló relación con Helene Weigel, que sería su segunda esposa en 1926. También con Helene tuvo otra hija. La vida política de Brecht fue casi tan agitada como su vida sentimental. Izquierdista no militante durante su primera juventud, abrazó el comunismo en los últimos años veinte y primeros treinta, en plena República de Weimar. Con el ascenso de Hitler al poder, se transformó en un antinazi radical. Conviene decir que el sentimiento fue mutuo, pues los nazis le persiguieron con saña. En 1933 vio como se prohibían sus obras y fue acusado de alta traición por el régimen. También ese mismo año los nacionalsocialistas organizaron una quema de sus libros, y ya tras el incendio del Reichstag, cuando su situación se hizo insostenible, Bertolt, Helene, su familia y su más estrecho círculo de amistades se vieron obligados a huir de Alemania para refugiarse sucesivamente en Praga, Viena, Zúrich, Dinamarca, Estocolmo y Helsinki, a donde llegaron en 1940.


En 1941 atravesó la URSS desde Moscú a Vladivostok, para embarcarse luego hacia California. Residió hasta 1947 en Santa Mónica, donde escribió varios guiones para Hollywood que fueron rechazados sistemáticamente. Su estancia en Estados Unidos concluyó al ser interrogado por el Comité de Actividades Antiamericanas durante la tristemente célebre Caza de Brujas. No pudo ver estrenarse en Nueva York su obra La vida de Galileo, porque tuvo que poner de nuevo pies en polvorosa y trasladarse a Suiza. En plena posguerra obtuvo la nacionalidad austriaca, pero le fue denegado el permiso para residir en el Berlín occidental, así que en 1948, después de quince años de exilio, acabó recalando finalmente en Berlín oriental, donde el régimen de la RDA le acogió con los brazos abiertos... Bueno, al menos aparentemente, porque en 1956 fue ingresado en un hospital del este por una trombosis coronaria, falleciendo poco después de un infarto. Al parecer Brecht se proponía denunciar a un alto cargo de la Seguridad de la RDA, y todo apunta a que la Stasi, la famosa policía política, se deshizo de él.


Hasta aquí las notas biográficas. En cuanto a su faceta literaria, que como sabéis es la que nos interesa, diremos que Bertolt Brecht brilló especialmente como dramaturgo. El teatro, la escena, era su medio natural. Él mismo actuó sobre las tablas en sus años jóvenes. Su obra dramática se caracteriza por su decidido compromiso político y social. Es el creador del teatro épico, llamado también por ciertos críticos teatro dialéctico. En cualquier caso, su prosa poética resulta siempre brillante, su verbo inflamado, su espíritu libre. Por encima de cualquier otra consideración, Brecht es el abanderado de los sojuzgados, los oprimidos y los marginados. Se rebela contra todo poder establecido, contra el capitalismo y en buena medida, hasta contra el mismo comunismo al que se adscribió formalmente. Brecht es una especie de anarquista rojo, y su teatro es esencialmente libertario, sin la menor concesión a ninguna convención establecida. Pura revolución escénica, ética y estética.
Entre sus obras más célebres, destacaremos La ópera de los tres centavos, El círculo de tiza caucasiano, Madre Coraje y sus hijos, Turandot, La boda de los pequeños burgueses o Terror y miseria del Tercer Reich, todas ellas traducidas a multitud de idiomas y representadas en los más diversos escenarios. Hoy incorporamos a esta atípica biblioteca del profe un micro-poema titulado Balada del guardabosques y la condesa. En él se halla destilada la quintaesencia del espíritu libre de Bertolt Brecht. Haced clic en la ilustración e impregnaros del aroma de este admirable poeta y dramaturgo.

El que no conoce la verdad es un ignorante. El que la conoce y la niega es un criminal. Bertolt Brecht.



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